Tengo tantas tantas lágrimas
que
podría quitarles la sed a los niños en África.
Mi
desconfianza es suficiente, suficiente
como
para no entregarme por completo,
me puse
el parche antes de la herida,
pero
sigue sangrando,
se
infecta, lentamente y a veces hasta me habla.
No
puedo, me repito no puedo.
Me
duele, me duele.
Sólo me
habla la herida, me habla en su lenguaje cárdeno,
me
susurra que me desprenda, que escape
que es
hora, que después se me caerá el mundo a pedazos,
no lo
podríamos resistir.
Y mi
perfume no es suficiente como para detener el mundo,
sentirme
importante, mis palabras no son indispensables,
valgo
menos que ficha de juegos.
Y no
logro sentir el calor, ése del que tantos hablan,
mis
entrañas se enfrían y se cobijan en la bilis negra.
Y quizás
no estoy preparada, nunca lo estuve,
no salí,
me he quedado hundida desde siempre.
Sólo
exploré la ilusión por minutos,
pero no
logró penetrar en mí,
romper
el hielo en mi pecho.
Cargo el
corazón en la mano,
escurriéndose
la sangre entre mis dedos
y las
uñas amarillentas, el vacío, la falta de amor."
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